Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).

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Dictadura de Francisco Franco

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El franquismo es la etapa de la Historia de España en la que Francisco Franco Bahamonde ejerce su dictadura personal (1936-1975).

El gobierno de Burgos y el nuevo régimen

El 18 de julio de 1936 los militares, con Franco a la cabeza, intentan dar un golpe de estado contra el gobierno del Frente Popular de la República Española. Pero el golpe fracasa y el pronunciamiento se convierte en una guerra civil que durará tres años.

Para mantener el orden en las zonas controladas por los sublevados se acude al Ejército y a las fuerzas paramilitares de la Falange Española. El 1 de octubre de 1936 Franco asume todos los poderes y todos los mandos del Ejército, nombrándose a sí mismo Generalísimo. Comienzan a perfilarse las bases de lo que será el nuevo régimen que gobernará España durante casi 40 años.

Las fuerzas sublevadas contra la república no están, ni mucho menos, unidas en todos sus objetivos, sino más bien, un tanto enfrentadas entre ellas por conseguir el poder. Por un lado está el Ejército, que es quien controla la situación de hecho, y por otro están las organizaciones fascistas de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS. También están los carlistas y los sindicatos de Acción Católica. Todos ellos con una mística fascista de obediencia al jefe. En este caso el jefe era Franco, y aprovechó para terminar con las discrepancias formando un solo partido. El 19 de abril de 1937 Franco firma el Decreto de Unificación por el que todas las fuerzas políticas se unían en una sola FET y de las JONS, cuyo jefe sería Franco. La vida política había dejado de existir. Pero la guerra se alarga.

Ante la larga duración de la guerra, Franco necesita dar una cierta legitimidad a su régimen, para que pueda ser reconocido por otros gobiernos. El 1 de octubre de 1936 la zona controlada por los sublevados queda bajo el mando de una junta militar, la Junta de Defensa Nacional, presidido por Miguel Cabanellas Ferrer. El 30 de enero de 1938, se crea un primer gobierno, cuya sede está en Burgos, presidido por Franco. Pero esta medida no sólo busca el reconocimiento internacional, sino inspirar una sensación de orden y fuerza entre la población. Las primeras medidas de este gobierno, que será en buena medida el objetivo de la política de Franco hasta 1945, consiste en deshacer la obra de la república. En primer lugar, deja en suspenso los planes de reforma agraria y comienza a devolver las tierras a sus antiguos propietarios. Se promulga el Fuero del Trabajo (1938), por el que se regulan las condiciones del contrato de trabajo. Esas condiciones son miserables, pero el Estado asume la protección paternalista del trabajador, claro que condena la huelga, con lo que lo priva de cualquier posibilidad de reivindicación ante situaciones injustas. Las quejas deben encauzarse a través del partido, que está controlado por los patronos. Su lema es: Pan, Patria y Justicia.

Para llevar a cabo su contrarreforma, y mantener la unidad de las fuerzas sublevadas, Franco desata una campaña de terror, selectivo e institucional, persiguiendo a todos los civiles que sean sospechosos de apoyar o haber apoyado la causa de gobierno legítimo de la república, pero también contra su propia oposición interna.

El 1 de abril de 1939 termina la guerra civil con la victoria del bando sublevado, lo que lo legitima para asumir el poder en España, y es reconocido por los países extranjeros. Pocos meses más tarde comenzará la segunda guerra mundial.

El régimen de Franco

Tras el fin de la guerra, en España se instaura un régimen político difícil de definir. Se proclama monárquico, pero no tiene rey. El poder lo ejerce Franco de una manera personal y absoluta. Tiene la capacidad de legislar sin la deliberación del Consejo de Ministros, y sin las Cortes, que no existirán hasta 1942. Todo el poder se concentra en la persona de Franco, que gobierna como si todo el país fuera un cuartel militar. Es, pues, una dictadura personal republicana y fascista, que reniega del republicanismo y que aspira a convertirse en una monarquía absoluta, fascista.

El poder de Franco descansa en tres pilares fundamentales: la Falange, que tiene tres secciones: el Frente de Juventudes, el SEU (Sindicato Español Universitario) y la Sección Femenina; el Ejército y la Iglesia, que tiene una función legitimadora del régimen. Pero todo esto no hubiese durado sin el apoyo de la burguesía, tanto la terrateniente como la industrial y financiera, y de la pequeña burguesía temerosa de las reformas comunistas y con ansias de paz.

La figura de Franco se mitifica gracias a las teorías fascistas del caudillaje y el carisma, presentando un dictador a la medida de la burguesía. Pero, además, el régimen necesita una autolegitimación histórica que enraíce con el «pasado glorioso de España». Por eso se mitifica la historia, sobre todo la época de la Reconquista y el Imperio. Se adopta el saludo romano y el yugo y las flechas, símbolo de los Reyes Católicos. El catolicismo militante será otra de las señas de identidad del nuevo régimen.

En consonancia con las teorías fascistas, sobre el culto a la juventud y a la acción directa, se desprecia el trabajo burocrático, con lo que la corrupción se instala, desde el principio, como forma habitual de gobierno, siempre bajo los favores fascistas.

Los sindicatos desaparecen, y aparece el sindicalismo vertical, también de inspiración fascista. El mundo del trabajo se organiza por ramas de producción, y en cada rama están representados los trabajadores, los patronos y el partido, con lo que no se representan los intereses de los trabajadores, cuya situación se irá deteriorando rápidamente.

Pero el régimen irá evolucionando desde el fascismo de los primeros tiempos a un autoritarismo personal y militar en el que los fascistas están marginados de la vida política en favor de un catolicismo integrista pero tecnócrata.

La oposición

El régimen de Franco apenas cuenta con oposición interna; o ha sido purgada, o está encarcelada, o se ha exiliado.

Después de la segunda guerra mundial, e inmediatamente después de la rendición nazi en Europa, aparece la guerrilla maqui que pretende la sublevación popular contra Franco, pero no recibe ninguna ayuda y se consume por sí misma. En 1945 se intenta una invasión por el valle de Arán, pero es aplastada, y así se termina la resistencia armada contra Franco.

La oposición republicana en el exilio está tremendamente dividida, y pierde eficacia tanto en el exterior como en el interior. Los más organizados y disciplinados son el PCE, que consigue tener una cierta implantación entre los obreros del interior, organizando en las fábricas comisiones obreras que de una forma legal intenta infiltrarse en las estructuras del sindicato vertical para transformarlo, pero frecuentemente son reprimidos.

Aunque la huelga estaba prohibida, esto no quiere decir que no las hubiese. Las huelgas se producen fruto de la disparidad entre el espectacular crecimiento económico y escaso incremento de los salarios, y con una inflación galopante. Hay varias huelgas importantes como la huelga de los transportes de Barcelona en 1951, la de estudiantes en 1956 o la de los mineros asturianos en 1962, todas ellas reprimidas violentamente y con los líderes, como Marcelino Camacho, encarcelados.

La oposición, en buena medida, es clandestina, como los afiliados a la UGT o a la CNT, que casi desapareció.

Las leyes y las instituciones fundamentales

El régimen de Franco se reviste de una serie de leyes que le dan, poco a poco, apariencia de legalidad, son: el Fuero del Trabajo, de 1938; la ley Constitutiva de las Cortes, de 1942, el Fuero de los Españoles, de 1945, la ley de Referéndum, de 1947 que se aplicará únicamente para ratificar la ley de Sucesión, la ley de Principios Fundamentales de Movimiento, de 1958, y la ley orgánica del Estado, de 1967. Estas son las leyes más importantes.

Junto a estas leyes se desarrollaron una serie de instituciones, sometidas a la voluntad de Franco, que daban al régimen una apariencia menos autoritaria.

Las Cortes

Las Cortes se crean en 1942, año en el que Franco promulga la ley Constitutiva de las Cortes. Hasta ese momento no han existido, y Franco ejercía el poder autoritariamente y sin restricciones. Las Cortes dan una apariencia liberal al régimen, pues es una institución que existe en todas las democracias. No obstante, su carácter está desvirtuado, siendo esta una democracia orgánica o tutelada. La decisión de crear las Cortes se toma en 1942 ante la evidencia de que las potencias fascistas no podían ganar la guerra, y era necesario ir tomando posiciones al lado de los aliados. Supone, teóricamente, la participación del pueblo en la política del Estado.

Las Cortes asumen la competencia legislativa y se crean con la intención de recuperar las «gloriosas tradiciones» de España, sin embargo su función se limita a corroborar las decisiones que toma Franco como jefe del Estado. Además, Franco se reserva la posibilidad de legislar por decreto ley, sin necesidad del concurso de las Cortes.

Las Cortes estaban hechas a la medida de Franco. El presidente, el vicepresidente y el secretario de las Cortes eran nombrados por él. En las Cortes estaban representados los tres estamentos que se consideraban en la sociedad española: los representantes de los municipios, elegidos por los ediles, los representantes de los sindicatos verticales, elegidos por los sindicatos, y los procuradores familiares que sólo a partir de 1976 serán elegidos por votación de los cabeza de familia y las mujeres casadas. Todos ellos debían ser nombrados por Franco.

Las Cortes eran unicamerales, y estaban dominadas por las camarillas de la Falange y el Opus Dei, pero también por las oligarquías burguesas.

No había, pues, verdadera oposición al régimen, en este sistema. Las únicas formas de oposición real; al margen de las distintas facciones que una vez terminada la guerra pretendían, desde fuera, derivar al régimen de Franco, sin mucho éxito; eran las asociaciones vecinales, que se convirtieron en una suerte de partidos políticos, era la única forma de hacer política dentro del régimen, y la margen del movimiento.

El Consejo Nacional del Movimiento

Esta institución también era conocida como el Senado. Su función era la de defender la integridad del Estado y la ortodoxia fascista y católica. Sus miembros eran todos de la Falange o el Opus Dei.

El Consejo del Reino

Esta institución tenía como misión proponer una terna de nombres, entre los cuales Franco designaba al jefe del Gobierno. Desde 1973, dado lo precario de su salud, Franco decide dejar las tareas del gobierno en una persona de su confianza. En la terna propuesta por el Consejo del Reino debía estar el candidato de Franco, que era el, finalmente, elegido. El primer presidente de Gobierno fue Luis Carrero Blanco, asesinado meses más tarde por la ETA.

El Consejo de Regencia

Como las anteriores, esta institución apenas tenía cometidos, pero era la encargada de garantizar la Jefatura del Estado y los mecanismos de sucesión en la persona de don Juan Carlos de Borbón.

El Fuero de los Españoles

Esta es la ley fundamental del régimen, una suerte de constitución, o más bien una carta otorgada. En él se definen los derechos y los deberes de los españoles, y sus libertades teóricas, puesto que podían ser suspendidas en cualquier momento por decisión de Franco.

El Fuero de los Españoles se promulga en 1945, cuando los aliados han ganado la guerra y se hace necesario dar una apariencia mayor de legalidad. Sin embargo, se siguen manteniendo los ideales programáticos de la Falange, la obediencia al jefe, y se proclamaba que la religión católica era la única religión del Estado y de los españoles.

También se abordaba la cuestión monárquica, ya que este era un reino sin rey. Se planteaba la cuestión de la sucesión de Franco al frente de la Jefatura del Estado. El rey legítimo era don Juan de Borbón, que no era del agrado de Franco, por lo que esta cuestión no se resolvería hasta 1966 en que Franco designa a su hijo, don Juan Carlos de Borbón, como su sucesor.

Los principios del Movimiento

En 1958 se promulga la ley orgánica del Estado, necesaria para dar una apariencia democrática al régimen, y ser así aceptado en los foros internacionales que le estaban vedados, como la ONU, el FMI, el BM y la CEE. No cambia nada sustancial, se sigue proclamando la unidad de España, la obediencia al jefe del Estado, la religión católica como única y oficial del Estado, etc.

El sistema social

Franco

Francisco Franco es el jefe del Estado, y durante la mayor parte del período el presidente del Gobierno. Es la máxima autoridad moral y legal, y su persona está mitificada por el culto fascista a la personalidad.

Franco es el dictador que tiene en sus manos los designios del país, es la fuente de la ley, la justicia y el ejecutor. Nada se hace en España sin su consentimiento. Las discrepancias no existen, y las que existen o se marginan o se purgan.

El Ejército

El Ejército es el arma disuasoria, y el instrumento de represión de la sociedad. Controla el país y a través del servicio militar obligatorio es el encargado de la formación ideológica en los valores fascistas, nacionalistas y de culto a la personalidad.

El Ejército es un grupo cerrado y oligárquico, en buena medida endogámico, con actitudes abiertamente antiintelectuales y antiburocráticas que favorecen el abuso y la corrupción.

La Iglesia Católica

La Iglesia Católica hace la labor de legitimación del régimen ante el exterior, ante el pueblo y ante la clase media católica. Califica la guerra civil de cruzada. Representa al catolicismo militante más integrista, de moral reaccionaria que, a través de las homilías, se instala en el país.

Los curas son una de las fuerzas vivas de la sociedad. La Iglesia es uno de los pilares del Imperio según la historia mitificada. Controlan la educación, la prensa y la censura, por lo que tienen una función ideológica de primer orden.

A partir de los años 60, tras el Concilio Vaticano II (1962-1965), la Iglesia se va alejando progresivamente del régimen, hasta llegar a tener algunos miembros en oposición abierta al sistema.

La burguesía

El apoyo de la sociedad económicamente dominante es fundamental para que se sostenga cualquier sistema, incluso cualquier gobierno. Sin su apoyo, o su indiferencia, nunca hubiera podido mantenerse.

De un lado tenemos a la burguesía terrateniente y semifeudal, que es quien más comprometida con el régimen está. Pero también le apoyan las oligarquías financieras e industriales. Una de las medidas del franquismo fue la contrarreforma agraria, que sustituyó por una reforma técnica que canalizó a través de las instituciones financieras.

La política proteccionista del régimen, sobre todo en la primera época, y el aislacionismo del país permitió hacer mucho dinero en el mercado negro y el estraperlo. La apertura permitió invertirlo fuera y evitar la inflación, ya que impuestos apenas se pagaban.

La pequeña burguesía estaba, social y políticamente, al margen del régimen, se sentía cómoda en la estabilidad para sus pequeños negocios. Surge también la meritocracia administrativa, profundamente corrupta.

El proletariado

El proletariado es el gran derrotado de la guerra. En un principio es un proletariado rural, hambriento. Sólo durante el desarrollismo, y gracias al éxodo rural se convierte en un proletariado industrial.

El proletariado se enmarca dentro de los sindicatos verticales, donde no tiene posibilidades defender sus derechos. Cae estrepitosamente el precio de la mano de obra. Con el desarrollismo aumenta la preparación técnica del proletariado, para el que se hacen planes de estudio de formación profesional, pero la mayoría del proletariado rural, que no encuentra trabajo, emigra al extranjero. Dos millones de emigrantes evitan que las cifras del paro se disparen y pongan a España en una situación insostenible.

La persistencia del franquismo

Sorprende ver que un régimen autoritario y represivo, con tan malas condiciones económicas, sobre todo en un primer momento, se mantenga casi cuarenta años. La clave está en una mezcla de miedo a la guerra y la represión. La represión del régimen fue informal en los primeros momentos, pero pronto se canalizó y fue dirigida desde el poder. Desde los primeros años se canalizó a través de los tribunales especiales, que actuaron durante todo el régimen. Aunque cada vez menos llegaron hasta 1975, poco antes de la muerte de Franco se fusilarán a etarras y miembros de FRAP. La represión sistemática se extendió desde el comienzo de la guerra civil hasta 1949. Los años más duros fueron los de la guerra y el período 1947-1949, conocido como el trienio del terror, desatado para terminar con la guerrilla maqui, y todo atisbo de actividad política clandestina. La represión cae sobre cualquiera del que se pueda sospechar. Las víctimas de la represión franquista suman más de 80.000 personas. Desde los primeros tiempos de la sublevación hay una mística de la represión y el asesinato político alentado desde las autoridades.

El Frente de Juventudes y el Ejército fueron un medio de represión muy eficaz, desde su posición, en la que se debían encuadrar todas las personas. Las mujeres se encuadraban en la Sección Femenina y el Servicio Social, durante ese período las personas perdían todos sus derechos, y estaban a merced de los mandos que ejercían un control ideológico muy eficaz.

La educación

La educación queda en manos privadas, lo que quiere decir en manos del catolicismo militante más integrista. El clero es la única infraestructura lo suficientemente organizada, y con vocación, para estructurar la educación.

También la educación se centra en un papel de formación ideológica, mitificando la historia, la geografía y la religión, que se convierten en las principales materias del currículo, es la formación del espíritu nacional. Se exaltan las ideas fascistas y la figura de Franco, como ser providencial.

Existe en el país una alarmante carencia de escuelas, sobre todo en el medio rural. Las escuela que hay son de primaria, unitarias y sin recursos. Todo esto hace aumentar la tasa de analfabetismo, real y funcional, que alcanza cotas alarmantes. Los índices de escolarización son muy bajos, y la educación es más que un vehículo de cultura una forma de adoctrinar al pueblo.

A remediar esta situación viene la ley general de Educación de 1956 de Joaquín Ruiz Giménez, pero se encuentra con la oposición de los grupos más reaccionarios, y apenas se puede decir que cambie algo más que la educación secundaria, hacia temas más técnicos.

El cambio real llega en 1970 de la mano de José Luis Villar Palasí y la ley general de Educación, que da respuesta a una sociedad que había cambiado radicalmente gracias al desarrollo económico, y a pesar de los integristas más duros del régimen.

La cultura

Todos los grandes pensadores de la España anterior a la guerra o están muertos, exiliados o en la cárcel.

En 1939 se crea el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), pero apoya el aislacionismo científico. El dogmatismo y la pobreza intelectual de sus componentes no hacen de ella una institución de prestigio. Además, el Opus Dei se hace con las cátedras más importantes, desde las que impone su doctrina. Con el tiempo, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas irá liberándose del dogmatismo y ganando prestigio. Hay que recordar que la ideología fascista es abiertamente antiintelectual.

El intelectual más importante del régimen es Rafael Calvo Serer, que impulsa la escuela neoplatónica en la tradición cristiana más ortodoxa. En 1946 vuelve a España José Ortega y Gasset, el filósofo español más importante de la época. Sin embargo, queda relegado a un segundo plano, a pesar del prestigio que supone para el régimen.

Dentro del régimen se niegan todas las ideologías y se aplica la censura. La intelectualidad oficial está muerta y los disidentes no alcanzan notoriedad en nuestra sociedad, muchos de ellos tendrán que emigrar para continuar con sus investigaciones.

Economía y población

Durante el período del franquismo se da un cierto desarrollo demográfico, impulsado por el crecimiento económico de la última fase régimen. Se trata, en realidad, de la última fase de la transición demográfica que quedó suspendida por la guerra. La tasa de fecundidad desciende, siguiendo el proceso secular de la transición demográfica, cae más después de la guerra por las difíciles condiciones económicas de la posguerra. Sin embargo, la política oficial del régimen es abiertamente natalista, siguiendo las consignas que en esta materia tiene la Iglesia.

Sin embargo, el período de mayor crecimiento de la población se da en los años 60 y 70 cuando el desarrollo económico permite reducir la tasa de mortalidad infantil de una manera radical. Es la época en la que más crece la población. Sin embargo, tras este período, la tasa de fecundidad cae rápidamente, hasta llegar a ser una de las más bajas de Europa.

La emigración es uno de los rasgos más característicos de la población de esta época. Se emigra masivamente del campo a la ciudad, y también al extranjero, sobre todo a una Europa en plena reconstrucción económica y con falta de fuerza de trabajo. Los movimientos del campo a la ciudad son de tal magnitud que se la llega a denominar éxodo rural. La emigración se permite sólo después de abandonar la autarquía, tras el plan de estabilización del 59. Los emigrantes son una de las principales fuentes de ingresos de divisas en España, además alivian la presión del paro en el país.

Este proceso de emigración se detiene bruscamente en 1973, con la crisis económica del petróleo. Los países europeos no admiten más emigrantes y algunos de ellos regresan a un país en una situación económica muy difícil, haciendo aumentar el paro espectacularmente.

El estancamiento económico y agricultura

La posguerra en España fue muy larga y muy dura. No había casi nada, y los países que podían proporcionarlo estaban enfrascados en su propia guerra, sometiendo a España a una especie de bloqueo por su colaboración y sus simpatías por el Eje. Las cartillas de racionamiento se hicieron endémicas, y cubrían un mercado oficial frecuentemente burlado por el estraperlo. Este mercado ilegal permitió hacer grandes fortunas a los propietario terratenientes.

Para poner fin a la usura, el Servicio Nacional del Trigo creó los créditos canjeables en bancos. Con esta medida se captó los pequeños ahorros de los campesinos y se permitió el trasvase de capital de la agricultura a la industria.

El éxodo rural que comienza tras la estabilización obliga, y permite, a la mecanización del campo y a la utilización de insumos. Es el fin de la agricultura de subsistencia y del racionamiento.

Para salir de la precaria situación del campo se realiza una reforma agraria técnica: el plan de regadíos y la concentración parcelaria, que en España no daría muchos problemas debido al carácter autoritario del régimen. España fue el primer país, tras México, que hizo un plan de concentración parcelaria. Esta se ve impulsada por el informe del Banco Mundial de 1962, que daría paso a una auténtica revolución verde. Los grandes propietarios son los más beligerantes contra la concentración.

El éxodo rural hace aumentar los salarios de los jornaleros y las rentas de los pequeños y medianos agricultores. En 1951 el ministro de Agricultura, Rafael Cabestany, eleva los precios agrícolas, crea una red de silos e impulsa unos planes de colonización y repoblación forestal.

Al comienzo de la crisis de los 70 los precios de los insumos crecen. Por primera vez los precios industriales crecen por encima de los agrícolas, el mercado se muestra inadecuado para las nuevas costumbres alimenticias de la población, con un nivel económico más elevado. La dieta cambia, se comen menos cereales y más carne.

La industria

Al terminar la guerra el país se encuentra sin recursos, sin fuerza de trabajo y sin capitales. Además, las comunicaciones están destrozadas hasta en un 50%. Los precios industriales caen, así como la capacidad de consumo de la población. Hay una fuerte dependencia tecnológica del exterior, que en un primer momento es escasa. Durante los primeros años se tiende al autoabastecimiento, pero España carece de casi todo.

Para superar la situación, el Estado se hace cargo de los sectores que considera estratégicos. Se crea ENSIDESA en 1950, HUNOSA en 1954, SNIACE en 1939, el INI, RENFE, etc.

En 1951 llega la primera ayuda americana, con la que se sale del aislamiento. Se mejora la red de transportes, se devalúa la peseta hasta en un 33% y se impulsa el comercio exterior. Todo ello recomendado por la OCDE en su informe de 1958. Entre 1959 y 1962 se desarrolla el primer plan de desarrollo que logra sus objetivos por encima de lo previsto. Los precios industriales se incrementan y se liberalizan los mercados.

En 1964 se lanza el tercer plan de desarrollo. La economía se planifica y se impulsan los polos de desarrollo, que concentran las inversiones industriales.

Tres son las bases del desarrollismo español: la construcción, el turismo y las divisas de la emigración.

La dependencia industrial española es mayor que nunca, sobre todo en cuanto a tecnología se refiere.

En 1973 se produce la crisis del petróleo, que afecta a toda Europa, pero en España no se toman medidas anticrisis. Se hunden las rentas directas. Los más perjudicados son el campesinado y el proletariado. El precio de la gasolina está subvencionado por el Estado.

Los grandes beneficiados de todo el período son: la banca y los grandes burgueses terratenientes e industriales. Las oligarquías dominan el país. Pero es la banca el vehículo que lleva los capitales, de los pequeños ahorradores del campo a la industria, y de allí a los servicios. El desarrollo español descansa no en las grandes fortunas sino en los ahorros de los campesinos, el proletariado y la pequeña burguesía.

Etapas políticas

La autarquía 1939-1950

Los cuarenta años en los que gobierna Franco no son uniformes en cuanto a su política. En un primer momento está dominado por los fascistas de la Falange, que llevan a cabo su programa, pero el fracaso económico de estos les aleja del poder en favor de tecnócratas del Opus Dei, que aunque integristas católicos, son liberales en lo económico y están en la línea de las políticas económicas que se están aplicando en Europa. Incluso son más realista en lo social, y admiten una cierta liberalización de costumbres con la que no están de acuerdo, pero que saben que no pueden detener.

Tras el primer gobierno de Burgos, y una vez terminada la guerra, el gobierno que se establece, ya en Madrid, confirma el autoritarismo y la adhesión del régimen a las potencias fascistas del Eje. El gobierno dura de 1939 a 1945, pero hacia 1942 cambia de orientación, pues en esa fecha está claro que el Eje no puede ganar la guerra, así que las simpatías caen del lado aliado. Esto es posible gracias a su declaración de país no beligerante, que no neutral. En este año se aprueba la ley Constitutiva de las Cortes.

El país está pasando una dura situación económica en la posguerra. La sociedad está dominada ideológicamente por los fascistas de la Falange, y la educación está en manos privadas, es decir, en manos de la Iglesia.

Los años de la posguerra son los del hambre. Al desabastecimiento económico tras nuestra guerra se le suma la falta de capital de inversión extranjero, que está viviendo su propia guerra. La reconstrucción económica de España es muy difícil y muy larga. No es posible poner en marcha la industria, por falta de bienes de equipo y de materias primas y energía. La única exportación de importancia es el volframio, que se vende en Alemania. Las comunicaciones, en buena medida, están destruidas y el mercado se reduce drásticamente. A pesar de lo barato de la mano de obra, no hay fábricas donde emplearlas y la población se vuelve masivamente al campo.

El programa falangista sobre economía propugnaba el nacionalismo, el autoabastecimiento y la autarquía; en la situación de ausencia de comercio exterior era incluso fomentada, para impulsar la industria nacional. El problema era que no había industria que fomentar, pues se carecía de todo. Incluso la política agraria fracasa. La obligación de entregar la cosecha al Servicio Nacional del Trigo se convierte en un fraude permanente, escamoteando las cosechas, que se venden de estraperlo en el mercado negro. Esto permite a los terratenientes acumular grandes capitales, ya que las cartillas de racionamiento son claramente insuficientes, y esto supone un aumento acelerado de la inflación.

En 1941 se crea el INI (Instituto Nacional de Industria), es decir, se nacionalizan los sectores estratégicos de la industria española. Son los sectores más deficitarios, y no se consigue impulsarlos, mucho menos si entran en competencia con empresas privadas.

En 1946 España no es invitada a la Conferencia de San Francisco y por lo tanto queda excluida de la ONU, lo que acentúa su aislamiento político y económico; un aislamiento que durará hasta 1950 cuando la guerra fría haga a España un fiel aliado de los EE UU por su anticomunismo militante.

En 1945 se crea el tercer gobierno de Franco. En él, por fin, entran los católicos del Opus Dei y se matiza el fascismo de régimen.

La apertura 1950-1960

En 1950 los principios ideológicos del régimen permanecen inalterables, pero la política va a ir cambiando para transformarse en una política liberal en lo económico, a la usanza de los gobiernos europeos de la época. Se abandona la autarquía y se comienza a recibir ayudas de EE UU aún habiendo quedado fuera del plan Marshall y la OCDE.

En 1950 llega el primer crédito concedido por los Estados Unidos. Además, la economía occidental está en plena expansión gracias al plan Marshall. Fue el fin del bloqueo internacional contra España. Sin embargo, la inflación sigue siendo muy fuerte, y en 1955 se hace patente la necesidad de detenerla. La ayuda económica de EE UU significa que España se comprometer a admitir bases militares estadounidenses en su suelo, en: Morón, Rota y Torrejón de Ardoz, bases que pueden albergar armamento nuclear, cosa a la que se habían negado los demás aliados.

En 1953, además de las bases americanas, España firma el Concordato con la Santa Sede. Un concordato que le permite presentar los obispos ante la Santa Sede, y que legitima el régimen internacionalmente. El Opus Dei está plenamente en el poder, al final de la década. Se trata de un gobierno de tecnócratas con una política económica liberal.

No faltan los momentos de extrema tensión. La Francia de Charles de Gaulle da la independencia a Marruecos, lo que implica que España debe conceder, también, la independencia a su protectorado; y negociando, no con Francia, sino con Marruecos. En 1956 se descoloniza Marruecos.

En esta época España entra en los foros internacionales. En 1958 entra en el FMI, el BM y la OCDE que elabora un informe sobre la situación económica de España y recomienda un plan de estabilización (1959). Una de las medidas más importantes es la devaluación de la peseta hasta un 30%.

El desarrollismo 1960-1975

Esta es la época de los gobiernos tecnócratas y la de mayor poder del Opus Dei. Se caracteriza por un gran desarrollo económico y una liberalización de las costumbres gracias al turismo. Pero, también, es la época en la que se plasma una aguda ruptura entre la sociedad real y la sociedad oficial que sigue siendo profundamente reaccionaria.

En 1966 se aprueba la ley de Prensa. Lo que representa una cierta apertura ideológica al eliminarse la censura previa. En 1967 se aprueba la ley de Libertad Religiosa, con lo que se deja de perseguir a otras confesiones. Y el turismo extranjero trae al país nuevas costumbres. Los emigrantes son, también, una importante fuente de entrada de divisas y de nuevas costumbres.

En 1962 hay una profunda crisis en el gobierno debido a la huelga de los mineros asturianos. Una huelga provocada por la diferencia de los salarios reales y el espectacular aumento del crecimiento económico que está viviendo el país. Los planes de estabilización se suceden desde 1959, consiguiendo mejores cotas en sus objetivos que las planteadas, gracias a la coyuntura internacional favorable.

En 1967 se promulga la ley orgánica del Estado, y en 1966 se hace un referéndum para corroborar la continuidad del régimen y apoyar la ley de Sucesiones. Manuel Fraga Iribarne accede al gobierno. Fraga proviene de la Falange, pero de su lado más moderado. Sin embargo, esto supone una creciente pérdida de influencia del Opus Dei. No obstante, todos son conscientes que la estabilidad del régimen pasa por su capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos, e ingresar en la Comunidad Económica Europea.

En 1968 don [`Juan Carlos I de España|Juan Carlos]] es nombrado príncipe y sucesor de Franco. El Opus Dei continúa acaparando el poder de los gobiernos tecnócratas, lo que no es del agrado de la Falange. En 1969 estalla el escándalo MATESA en el que están implicados varios miembros del gobierno. Un escándalo alentado por la Falange, y que demuestra que la corrupción continúa siendo la forma habitual de gobernar. Este caso precipita una crisis de gobierno en el que los miembros del Opus Dei son apartados del poder, pero también son apartados los falangistas que alentaron el caso. Se crea un gobierno con Carrero Blanco como vicepresidente y plenamente monocolor: todos son miembros del Opus Dei. Es el momento de mayor poder del Opus.

Pero a pesar de la apertura económica y social, ideológicamente el régimen continúa siendo cerrado. Hay numerosos presos políticos en las cárceles, y continúa condenándoseles a muerte. En 1970 se lleva a cabo un proceso en Burgos, contra un grupo de etarras acusados del asesinato de guardias civiles. La presión popular e internacional hace tomar a Franco la decisión de concederles el indulto, después de haber sido condenados a muerte. Pero esto no significa nada, en 1975, poco antes de la muerte de Franco y con las mismas presiones, se fusilará a dos miembros de la ETA (Euskadi ta askatasuna; País Vasco y libertad) y a tres del FRAP

En 1973 Luis Carrero Blanco asume la Presidencia del Gobierno. Por primera vez desde la guerra civil Franco no es el presidente del Gobierno. Pocos meses más tarde sería asesinado por un comando de la ETA. El asesinato no cambia nada, pero se hace patente el comienzo de un declive del régimen ya en marcha, y que hubiese estallado de todas formas. El nuevo presidente es Carlos Arias Navarro, un hombre de la Falange que comienza a desterrar a los ministros del Opus Dei. Este es también el inicio de la crisis económica provocada por el aumento de los precios del petróleo. La emigración se detiene y la crisis alcanza rápidamente a España, que no toma ninguna medida para resolverla.

El régimen se deteriora rápidamente. Aprovechando esta situación Marruecos organiza la marcha verde sobre el Sáhara Español, que obligará a España a abandonarlo, perdiendo así su última colonia. El 6 de noviembre de 1975 la ONU pide a Hasán II que detenga la marcha verde y se busque una solución pacífica. Franco está agonizando. Se llega al acuerdo de repartir el Sáhara ente Marruecos y Mauritania. España había prometido a los saharauis un referéndum sobre su independencia, pero aún no ha tenido lugar. El 20 de noviembre de 1975 muere Franco y don Juan Carlos le sucede con el título de rey de España con el nombre de Juan Carlos I, y comienza a tomar una serie de medidas para traer la democracia a España. A pesar de los duros del régimen, el búnker, Arias Navarro es apartado de la Presidencia del Gobierno y es nombrado Adolfo Suárez, otro hombre de la Falange, de su sector moderado, y que recibe el encargo de terminar con el régimen franquista y traer a España un régimen plenamente democrático. Después de muchas maniobras políticas, en las que se van legalizando cada vez más partidos políticos. El 15 de enero de 1976 se hace un referéndum sobre la ley para la Reforma Política, que marca el inicio de las reformas legales con participación popular para transformar el franquismo en democracia. Luego se disuelven las Cortes. El 9 de abril de 1977, Sábado Santo, se legaliza el Partido Comunista, la bestia negra del régimen franquista. El 15 de junio de 1977 se hacen las primeras elecciones libres al Parlamento, con todos los partidos democráticos en liza. Estas nuevas Cortes elaboran una constitución democrática que será aprobada en referéndum el 6 de diciembre de 1978 y que entró en vigor el 30 del mismo mes. El 19 de abril de 1979 se celebran las primeras elecciones municipales, con lo que los usos democráticos entran en la Administración más cercana al ciudadano, son las primeras elecciones celebradas tras la aprobación de la Constitución. El régimen de Franco había terminado.

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