Saeta

Escribe Manuel Ríos Ruiz en Introducción al cante flamenco: “Es muy probable que la saeta fuera en sus más primitivas formas una simple toná salmodiada, especie de romance con reminiscencias de los cantos litúrgicos bizantinos, casi un recitado grandilocuente o patético con el que todavía se interpreta en algunos pueblos andaluces durante la Semana de Pasión…”

La saeta constituye en su origen un cante con personalidad propia, aunque en ella se adviertan claras vinculaciones con tonás y martinetes, incluso con la seguiriya. Ello seguramente se debe a que desde siempre los cantaores espontáneos de saetas han venido alternando con los profesionales, quienes le irían añadiendo -aquí Manuel Torre- tercios de otros cantes de su repertorio.

La saeta no suele cantarse para el público, sino sólo en procesiones y en forma de rezo. Pero si no queremos que desaparezca juntamente con las tradiciones que la justifican, habría que reivindicar su estructura musical para otros temas y ocasiones. Pues es muy posible que se trate del cante de mayor belleza formal entre los existentes.

La forma estrófica de la saeta suele ser indistintamente la cuarteta o el quinteto romanceados. Y pese a ser su temática siempre la religiosa, en sus letras tradicionales se descubren de vez en cuando toda clase de intencionadas alusiones.

Cristo, de gracia te pido

que vuelvas la cara atrás,

que a los ciegos les des vista

y a los presos libertad.

Fuente

• Andrés Salom (Didáctica del cante jondo. Ediciones 23-27. Murcia, 1976)