Nana

Bernardo el de los Lobitos, la voz del abuelo, nos trajo una encantada asociación a la infancia, tanto por sus cantes de trilla como por sus nanas al dulce balanceo de la guitarra de Perico el del Lunar. Córdoba durmió al arrullo de María la Talegona, virgen y mártir por su condición flamenca, y por tanto madre idealizada de sus vecinos del Alcázar Viejo. Su nana decía:

En la nana, nana,

la nana, ea;

es la nanananana,

bendita sea.

Ea la ea,

ea la nana,

la nana ea.

Duérmete y calla, (bis)

no le des a tu mare

tanta batalla.

Otra copla añadía que la canta toda España:

Duerme ni niño

que viene el coco

y se lleva a los niños

que duermen poco.

Vemos la constante de repetir el primer verso, cuando la copla es de tres. Pero la contradicción argumental de esta copla fue acusada por Unamuno cuando nos pedía en su Vida de don Quijote y Sancho que no nos durmiéramos porque el coco se lleva, precisamente, a los dormidos. Acaso la copla haya tenido mucho que ver en nuestro secular rapto de Europa; aunque, más que Europa, a Unamuno interesaba la Hispanidad. Federico García Lorca se preguntaba por qué las nanas tienen un clima tan terrorífico. De todas maneras, pienso, las madres no querrán asustar a sus hijos ni tampoco reprenderlos, ni tratarlos de tontos.

Si mi niño se durmiera,

yo le daría un real,

y cuando estuviera durmiendo,

se lo volvería a quitar.

simplemente creerán que es la música, el cantiñeo, lo único que les interesa, mientras ellas van por la letra o copla con la cabeza vaga produciendo los monstruos del sueño, tal vez por la misma soñolencia en la que caen. Por más que se alaban las letras o coplas del cante flamenco, muchas de las que oímos todos los días parecen que van y vienen sin rey ni roque, como si solo el cante interesara.

La naturaleza flamenca de este cante es aportada por la propia voz de la cantaora. La Talegona era una de las voces naturales más flamencas, sin afectación ni elementos más o menos teatrales añadidos por mor de un obligado romanticismo racial. Ha quedado para la historia escrita en el microsurco con la orquesta del compositor alemán Armin Jansen, el colaborador de Enrique Morente para sus temas a orquesta. En el ballet La Celestina juntaron sus conceptos musicales y Jansen pudo dejar este testimonio: “La trama musical de cámara con temas palaciegos medievales enlaza sutilmente con los ritmos flamencos antiguos que tienen con estos temas una rara afinidad”. En aquel espectáculo, María era naturalísima; no tuvo que añadir nada fuera de ella misma a aquel personaje teatral. Su desparpajo fue el mayor éxito de la obra. Toda Europa se le rindió alucinada.

Fuente

• Agustín Gómez (Cantes y estilos del flamenco. Universidad de Córdoba, 2003.