Antonio Bujalance (artículo)

Más de veinte exposiciones individuales desde 1971 y ciento treinta colectivas desde 1953, aparecen en el currículo de Antonio Bujalance Gómez, uno de los mejores pintores cordobeses contemporáneos, que mañana 10 de diciembre inaugura una nueva muestra surgida de su capacidad creativa, “A diez mil años luz”, en la galería Carmen del Campo de nuestra capital, permaneciendo abierta hasta mediados del próximo enero.

Bujalance domina numerosas facetas artísticas: El dibujo, como ilustrador de textos de prensa, carteles y libros, la pintura mural de grandes dimensiones y la vidriera. Pero es en la pintura acrílica donde alcanza su máximo desarrollo. Sobre las pinturas de Bujalance caben múltiples interpretaciones y lecturas, tan variadas como lo son en su riqueza plástica sus infinitos matices cromáticos, texturas e impresiones luminosas. Y de sus paisajes, los críticos señalan que son una fusión entre la ensoñación y lo terrenal.

Las pinturas de esta exposición, de técnica muy parecida a la acuarela, surgen a partir de conmemorarse este año el cuarto centenario de la construcción, por Galileo, del primer telescopio lo suficientemente perfeccionado como para acercar el Universo al ser humano. Las imágenes de los modernos telescopios del Hubble o del Observatorio Europeo Austral, son las que potencian en este caso la imaginación del artista. Al visitar la exposición, el espectador percibe que se sumerge en un entorno extraño al propio hombre, habitado principalmente por la masa azul del Cosmos.

Antonio Bujalance nació en 1934 en Doña Mencía y a los dos años su familia se trasladó a Bujalance. Con 14 años es becado por la Diputación y comienza sus estudios de Dibujo y Pintura en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba, que terminará quince años después en la Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, de Sevilla. Una sólida formación, que no será el punto final de sus estudios, y que le permitirá ser profesor de Dibujo en las Escuelas de Artes Aplicadas de Baeza, Sevilla y Córdoba.

Hoy es Antonio un pintor consagrado y reconocido. Las Reales Academias de Córdoba y Granada cuentan con él como miembro de dichas instituciones y en el 2003 el Ateneo de Córdoba le concedió su máximo galardón. Pero, sobre todo, es un ejemplo de esos muchos y buenos profesionales cordobeses que día a día trabajan brillantemente sus parcelas laborales y creativas, olvidados casi siempre por los carruseles de las subvenciones de las administraciones públicas o que no han encontrado el chollo de convertirse en los artistas “oficiales” de dichas administraciones.

No encontraremos nunca en Antonio Bujalance ni un rastro de vanidad, ni de pose, ni de pedantería. Al contrario, es, ante todo, sencillez, dignidad y calidad humana y artística. Hace años, la periodista Rosa Luque escribió de él: “Sigue despertándose cada mañana con las preocupaciones de siempre: trabajar con honestidad y constancia en lo que más le gusta, que es el arte entendido sin mayúsculas -sólo emoción y mano experta, que los calificativos vendrán después- y procurarse la felicidad de ver felices a los otros. Amigo de sus amigos, que son todos los que le conocen”.

Dice el director de la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba, Miguel Clementson Lope, en el catálogo de la exposición que Antonio Bujalance inaugura mañana, que “la pintura, cuando es buena pintura como ésta, no precisa de argumento, ni de guión, ni de título… sólo del hilo conductor de la maestría”. Enhorabuena, maestro Bujalance y amigo Antonio.

Juan José Primo Jurado
ABC Córdoba, 9 de diciembre de 2009